A la vez, es tu obligación recordar y valorar las cosas buenas que alguien ha hecho por ti.
Dice una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron. Uno de ellos, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:
“Hoy mi mejor amigo me ha dado una bofetada en el rostro”.
Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde decidieron bañarse. El que había sido abofeteado y herido comenzó a ahogarse y fue salvado por el amigo. Al recuperarse, buscó una navaja y escribió en una piedra:
“Hoy mi mejor amigo me ha salvado la vida”.
Intrigado, el amigo preguntó: “¿Por qué después de hacerte daño escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?”
Sonriendo, el otro amigo respondió: “Si un gran amigo nos ofende, debemos escribir en la arena, donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; pero si nos pasa algo grandioso, debemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde ningún viento en todo el mundo pueda borrarlo”.
Es normal sentirse herido y tener cierto resentimiento cuando alguien a quien queremos o en quien confiamos nos hiere, nos traiciona, nos falla u ofende.
Son sentimientos muy coherentes a la situación que los ha provocado, además de inevitables. Recuerda que las emociones en realidad no son ni positivas ni negativas; son útiles en las situaciones en las que las necesitamos sentir.
Y si alguien no nos trata bien debemos escuchar las emociones negativas generadas de esa situación y hacer algo para defendernos a apartarnos de la situación.
Pero a continuación también es necesario dejarlo pasar para no quedarte enquistado en la rabia o el resentimiento, porque, una vez han perdido su utilidad, la presencia de esas emociones llamadas negativas se puede volver perjudicial para ti. Y puedes dejarlo pasar, no vivir permanentemente enfadado o quejoso, puedes simplemente aceptar que tuviste que alejarte o defenderte por diversos motivos, pero después tuviste que olvidarte de ellos para seguir adelante con valentía y optimismo. Esa es también tu obligación.
Saberse lo suficientemente fuerte como para reconocer cuando algo te ha dañado y ser capaz de parar esa situación es un gran aporte para tu autoestima.
Pero también lo es saber poner el límite al resentimiento y no dejarte llevar por los errores de otros, no convertirte en víctima de las acciones de quienes te lastimaron.
Es muy satisfactorio saber perdonar de verdad, que no significa olvidar o justificar.
Lo verdaderamente satisfactorio es saber que el otro se equivocó contigo, tú resultaste herido por esa equivocación, tuviste que tomar decisiones difíciles a causa de ese daño infligido en ti.
Finalmente, decidiste no vivir más con esa carga, la soltaste y te diste la oportunidad de seguir respetándote.
A la vez, es tu obligación recordar y valorar las cosas buenas que alguien ha hecho por ti.
Por ese motivo deben ser grabadas a fuego; porque son la muestra de que tú vales para esa persona, de que mereces ser cuidado porque te valora y te aprecia.
Las emociones positivas que generan estas situaciones son también alimento para tu autoestima, porque también a través de los demás aprendes a quererte a ti mismo.
Anna Romeu, colegiada nº 11336 del COPC
Presidenta Emergencias del COPC y representante Española en EFPA Crisis & Disaster División
Especializada en Educación Emocional, Terapias y Formaciones
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