A Antonia le decían que no podía ser que cada día fuera al cementerio, que qué hacía allí, que sólo se sentiría peor haciendo estas cosas. Su hijo había fallecido en un accidente de tráfico tres años atrás.
La familia y los amigos más cercanos de Olga le hicieron una reunión sorpresa para recordarle que su marido había muerto ya hacía más de cinco años y que tenía que tratar de rehacer su vida, que no podía ser que tan joven se cerrara a la posibilidad de otras relaciones.
En cambio, a Jordi le criticaron por delante y por detrás cuando encontró una nueva pareja, ya que todavía no hacía ni un año que su mujer había fallecido tras una larga enfermedad.
Y podría seguir con ejemplos sin cesar, porque los consejos bienintencionados hacia las personas en proceso de duelo nunca cesan.
Repito, son bienintencionados, casi siempre son fruto de la preocupación del entorno del doliente, y de la voluntad de ayudar. Pero son totalmente erróneos, aparte de innecesarios, puesto que demuestran no conocer demasiado bien el proceso de duelo.
La mayoría de las personas que no se encuentran en un proceso de duelo caen en tres malentendidos principales, que se traducen en actitudes y afirmaciones como:
Ya deberías haberlo superado, a estas alturas.
La realidad es que el duelo no se supera, se aprende a convivir con él. Perder a alguien importante en tu vida hace que a partir de ese momento tengas que hacer todo lo posible para seguir adelante sin aquella persona, a la que siempre echarás de menos y que no podrás reemplazar. Quien se encuentre en un proceso de duelo sabe que la vida sigue pero al mismo tiempo una parte de ella se ha quedado anclada en un momento del pasado.
Yo sé cuál es la forma de superar el duelo, sólo hay una.
No hay una sola forma de convivir con el duelo, hay tantas como personas que pasan por él. Cualquier expresión de dolor y añoranza, siempre que no sea autolesiva o no hiera a otra persona, es totalmente normal y respetable. Nadie debería opinar ni juzgar las manifestaciones de duelo de las personas que hacen lo que necesitan para transitar por un proceso que es muy doloroso y que quisieran no estar pasando.
El duelo tiene unas etapas que se deben ir superando, una tras otra hasta que termina.
La realidad es que, por mucho que se haya intentado describir el proceso de duelo como un camino gradual en el que se van superando etapas consecutivamente, éste consiste en una serie de emociones que van y vienen, y muchas veces incluso se superponen entre ellas. Es posible estar sintiendo la pena intensa de la pérdida cuando hace ya mucho tiempo que se ha producido y de repente sentir mucha ira por la injusticia de las circunstancias que hicieron que la persona a la que querías tanto no esté viva. El proceso de duelo altera la percepción del tiempo, tanto en su intensidad como en su velocidad.
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Dicho todo esto, cuando te encuentres ante una persona que está viviendo un proceso de duelo, lo mejor es simplemente escucharla, hacerte presente para todo lo que pueda necesitar y, sobre todo, respetar su manera única e indiscutible de expresar la pena por su pérdida.
Si aceptas tus emociones, cambias tu vida.
Anna Romeu, colegiada nº 11336 del COPC
Psicóloga experta en educación emocional, trauma, adicciones y emergencias /Acompañamiento a Personas Altamente Sensibles / Autora de "Soc sensible"/ Representante española en EFPA, Crisis & Disaster Division.
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