A la hora de definir las diferentes maneras de criar a los hijos, los estilos y las técnicas pueden variar, desde las ramas más agresivas, hasta los padres que les dan absolutamente todo hecho, allanándoles el camino.
La crianza positiva está siendo la elección de muchos padres y madres actualmente, pero ¿en qué consiste la crianza positiva?
Este tipo de educación se caracteriza por la empatía, la comprensión y el respeto, y consiste en enseñarles a hacer lo correcto utilizando positividad y paciencia, en lugar de implantar el miedo o castigos desmesurados.
En definitiva, se trata de enfatizar y amplificar los aspectos positivos de la conducta del niño, para que se vean reforzados, y lograr que las conductas negativas se extingan asumiendo sus propias consecuencias.
En ningún caso debe confundirse con la crianza permisiva, ya que no se trata de consentir todo sino de saber actuar para que no se comporten de una determinada manera.
No debemos dar por hecho que porque los niños tengan una determinada edad pueden y deben hacer unas u otras cosas. No siempre es así.
Debemos también conocer sus habilidades y limitaciones y, en ningún caso, comparar sus acciones con las de sus iguales.
Hay que tener en cuenta que los más pequeños todavía están aprendiendo a hablar y a comprender determinadas expresiones. Es conveniente utilizar palabras y expresiones que ellos puedan procesar con facilidad.
Eso sí, en cualquier caso la manera de transmitirlas es muy importante ya que (lo hagamos como lo hagamos) afectará a la reacción posterior de nuestros hijos, por lo que es recomendable evitar los gritos, no utilizar un tono alterado y transmitir nuestros mensajes de la forma más agradable posible. De no ser así, lo detectarán y se pondrán más nerviosos.
Es importante conocer a cada niño, saber qué podemos esperar de él y poder distinguir el significado de sus diferentes acciones.
Puede que un niño llore de forma habitual o por el contrario que esté actuando de una manera diferente a como suelen comportarse en un determinado momento. Así, en este momento, en vez de reaccionar de una forma negativa, debemos analizar si de verdad le ocurre algo o es una mera llamada de atención. Debemos observar su expresión facial y lenguaje corporal para tener una idea general de cómo se siente y poder ayudarlo de una manera correcta.
Quizá es una de las partes más importantes de la crianza positiva.
La base de este tipo de educación es que los padres y madres somos un modelo a seguir para nuestros hijos. Estos imitarán todo aquello que vean en nosotros, ya sea bueno o malo. Por ello, es fundamental que nuestros comportamientos les enseñen los conceptos clave y las respuestas apropiadas a todas las situaciones que irán afrontando en la vida.
Los niños están en desventaja (en cuanto a la altura) cuando les hablamos.
Por ello, cuando queramos transmitirles algo, es fundamental que nos pongamos a su altura de la forma que sea necesaria y mantengamos un contacto visual con ellos. Se trata de una excelente manera de conectar.
Cuando un niño actúa de una determinada manera, es muy probable que tenga sus razones.
Aunque sus acciones nos hagan enfadar, los castigos no suelen ser la mejor solución para que el niño aprenda de sus errores. Para no tener que llegar a ellos, es recomendable establecer ciertos límites (de una forma realista), de esta manera sabrán lo que se espera de ellos. Y además, con la decisión de los límites y las normas se establecen también las consecuencias que se derivarán de su incumplimiento.
Si aceptas tus emociones, cambias tu vida.
Anna Romeu, colegiada nº 11336 del COPC
Presidenta Emergencias del COPC y representante Española en EFPA Crisis & Disaster División
Especializada en Educación Emocional, Terapias y Formaciones
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