Todos hablamos de la inteligencia emocional, de lo importante que es para tener éxito en la vida, nos llenamos la boca con sus ventajas y maravillas a la hora de relacionarnos con las demás personas o de los beneficios de cultivarla para la salud física y mental.
Y todo ello es cierto, tener una buena inteligencia emocional nos ayuda a estar mejor en la vida en general, y es una habilidad que se tiene al nacer pero también se puede cultivar, podemos aprender y mejorar en nuestra capacidad de identificar y gestionar las emociones o ser más asertivos en el trato con los demás.
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Pero también observo a menudo que hay algunos mitos y malentendidos importantes sobre qué es y qué no es la inteligencia emocional.
Muchas personas la confunden y la explican mal, dando lugar a falsas expectativas y creencias erróneas que se van difundiendo como verdades absolutas y que no tienen demasiado que ver con la inteligencia emocional.
Veamos algunos de ellos:
Tener inteligencia emocional no significa ser siempre amable con todo el mundo. A veces es incluso lo contrario, la persona que es inteligente emocionalmente sabe cuándo no es útil tener una actitud demasiado amable y debe expresar enfado o disconformidad. Las personas con inteligencia emocional se enfadan cuando es necesario y muestran lo que sienten de forma adecuada.
Las personas con inteligencia emocional no muestran constantemente lo que sienten y lo comparten con todo el mundo que tiene alrededor, no son “libros abiertos” para todos los que están cerca de ellos. Se puede ser inteligente emocionalmente y también reservado con la expresión de las emociones, o capaz de valorar en qué momento es necesario manifestarlas y compartirlas y en qué momento se prefiere guardarlas para uno mismo. Es el reconocimiento y la gestión de las emociones lo que nos hace inteligentes emocionalmente hablando, no su expresión.
Las mujeres no son emocionalmente más inteligentes que los hombres, éste es un mito muy extendido. Tampoco es cierto al revés; en realidad no existe diferencia de género en cuanto a la inteligencia emocional. Es cierto que existen diferencias de género en ciertas habilidades y destrezas de la inteligencia emocional, pero esto no hace un género más poseedor de inteligencia emocional que el otro. Las mujeres tienden a ser mejores a la hora de reconocer las emociones y sentir mayor empatía, y los hombres tienden más a tener una visión optimista de las situaciones y una mayor capacidad de adaptación y gestión del estrés. Pero en términos generales existen más semejanzas que diferencias entre ambos géneros.
La inteligencia emocional no se adquiere sólo en la infancia, sino que se puede ir mejorando durante toda la vida. Muchas personas piensan que lo que ocurra durante los primeros años de vida de una persona es determinante para el resto de su existencia, pero esto no es del todo cierto. Aunque en los primeros años de un bebé representan una línea de evolución posterior en muchos aspectos, también es cierto que a lo largo de los años esta tendencia se puede ir modificando con las experiencias y los aprendizajes posteriores. Si a un niño no se le regala un entorno que facilita la inteligencia emocional en los primeros años de vida, cuando sea adulto puede aprender todo lo que no lo hizo antes. La vida siempre da oportunidades y también en el caso del aprendizaje de inteligencia emocional.
El nivel de inteligencia emocional no viene determinado genéticamente como mucha gente piensa. A diferencia del nivel de inteligencia cognitiva, el famoso CI, que no varía demasiado a partir de los 10 años, el nivel de inteligencia emocional de una persona varía a lo largo de toda su vida según los aprendizajes que vaya haciendo y las experiencias que vive
El "yo soy así" no es siempre una buena excusa para no mejorar nuestra inteligencia emocional.
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Si aceptas tus emociones, cambias tu vida.
Anna Romeu, colegiada nº 11336 del COPC
Psicóloga experta en educación emocional, trauma, adicciones y emergencias /Acompañamiento a Personas Altamente Sensibles / Autora de "Soc sensible"/ Representante española en EFPA, Crisis & Disaster Division.
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