Para mi gusto, demasiada gente ansía ser feliz y demasiado poca busca el bienestar.
Felicidad y bienestar no son sinónimos; la felicidad es un estado transitorio, básicamente causado por algún estímulo que la provoca y que aumenta los niveles hormonales que la regulan. La felicidad es, por tanto, más parecida a la alegría, quizás algo más duradera en el tiempo, pero una emoción, al fin y al cabo. Y las emociones, todos lo sabemos, duran poco.
El bienestar, sin embargo, es un concepto mucho más complejo y rico en matices. Bien-estar, estar bien, es un estado duradero en el tiempo, el resultado de diversas acciones previas que se han llevado a cabo para llegar a ese estado y que no es lineal, contiene dentro de él muchas emociones y algunas muy contradictorias.
Sobre todo los jóvenes, pero también muchos adultos, con los que trabajo en consulta se sorprenden cuando explico que el bienestar también contiene emociones negativas.
Que el hecho de estar bien no necesariamente significa que todas las emociones que siento son positivas sino que la vida tiene muchos colores y podemos sentirlos todos a la vez.
Estar bien, tener un estado de bienestar, significa sentir emociones positivas y negativas a la vez, apropiadas a la situación que vivimos y los estímulos que recibimos, significa reaccionar de forma coherente a lo que sentimos en cada momento y sin hacer nada por complicarnos la existencia. He aquí el secreto del bienestar.
Y una cosa más; para llegar al bienestar se debe trabajar.
El estado de bienestar no llega de forma espontánea, ya que es fácil caer en actitudes, acciones y pensamientos que dificultan estar bien cuando suceden ciertas cosas en la vida. En los momentos difíciles, los momentos de rabia o frustración, los momentos de pérdida y tristeza, es cuando se hace más difícil mantener el bienestar. Porque quien está bien lo está también en estos momentos, lo que no significa que no lo esté pasando mal.
Puede ser un poco complicado de entender, pero lo intentaré contar de forma más simple;
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Quien está bien hace cosas buenas por sí mismotanto en los buenos momentos como en los malos.
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Quien está bien siente emociones positivas cuando la situación es de alegría y siente emociones negativas cuando lo ocurrido le ha generado rabia, frustración o tristeza.
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Pero en cualquiera de los dos casos, la persona que vive en el bienestar transitará por estas emociones sin complicarlas o convertirlas en un problema por sí mismas.
Esto es el bienestar.
Veo en un vídeo la entrevista que le hacen a un hombre que tiene 97 años y al que le preguntan qué consejo de la vida daría él a las personas que le escuchan. Su respuesta es digna de ser incluida en un manual de resiliencia:
“No me gusta mirar atrás, ya que nada puedes hacer con el pasado. Acepta dónde estás ahora y mira adelante, intenta estar en el presente. Acepta lo que hay y si puedes cambiarlo, hazlo, pero hay cosas que no puedes cambiar, y tienes que aceptarlo y dejarlo pasar. Muestra gratitud por lo que tienes y sé tú mismo siempre.”
Una persona que ha vivido más años que la mayoría tiene la capacidad de mirar la larga vida que ha tenido y regalarnos consejos de incalculable valor:
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Muchas gracias a ese señor anónimo que ha abierto tantas puertas en mi pensamiento y que ha puesto tanta luz a lo que quería escribir hoy.
Si aceptas tus emociones, cambias tu vida.
Anna Romeu, colegiada nº 11336 del COPC
Psicóloga experta en educación emocional, trauma, adicciones y emergencias /Acompañamiento a Personas Altamente Sensibles / Autora de "Soc sensible"/ Representante española en EFPA, Crisis & Disaster Division.
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