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El ciclo de la vida a través de las emociones

- Psicología, Reflexiones, ideas y obsesiones varias - 

La madre


“¿Por qué siento tanto dolor y al mismo tiempo un vacío tan grande?”

Porque todo esto no debería estar pasando.

Porque es una broma macabra del destino que una madre tenga que llorar la muerte de un hijo, porque no es posible entender que ayer podías abrazarle, reñirle, sonreírle o preguntarle si viene a comer y hoy sólo puedes abrazar un cuerpo frío e inerte, sólo un momento hasta que se lo lleven para siempre. 

¿Qué puede llenar este vacío tan grande que él ha dejado?
No hay nada ni nadie que pueda darte lo que necesitas, él ya no volverá. 

De repente te pasa por la cabeza la vida que habéis vivido juntos, que ahora te parece demasiado corta, y te quedas quieta, la vista puesta en un punto cualquiera, pensando en su carita de niño mirándote embelesado.

- Diciéndote que eres la mamá más bonita del mundo.

- Sus lágrimas el día en que cayó del tobogán y tú no estabas mirando porque hablabas con otra madre, esa culpa que no tenías pero que se te comía en ese momento.

- Los nervios antes de la función de la escuela, totalmente injustificados porque se lo sabía de pe a pa. 

Pasan ante ti momentos felices que siempre venía a compartir contigo, la celebración por haber aprobado el carnet de conducir, el primer sueldo, la ilusión con la que firmó los papeles para quedarse el restaurante. Le ves contento el día de su boda, agarrándose fuerte a tu brazo al entrar en la iglesia, comenzaba una nueva vida que también acabó con lágrimas y decepciones. 

Siempre has estado allí, siempre has sido la mamá superheroína que le ha salvado de todos los peligros, que le ha protegido de todos los que le han querido hacer daño y que lo ha sabido empujar siempre que lo ha necesitado. 

¿Y ahora qué? 
¿Cómo fue que ya no puedes seguir haciéndolo? 
¿Qué debes hacer a partir de ahora?

A tu alrededor hay buenas personas que te quieren y tratan de darte consuelo. Lo agradeces, pero nadie puede aligerar ese peso que se ha instalado en tu pecho y que no te deja respirar. Sólo una persona te puede entender, porque está sintiendo lo mismo que tú; el padre, aquel hombre que de pronto se ha hecho viejo y lloriquea en un rincón. Él siente tu dolor, comparte tu vacío. No le puedes consolar, como él no puede hacerlo contigo, sólo puede compartir el dolor, sin palabras, uno al lado del otro como ha sido los últimos 40 años, casi los años del chico que ahora queréis devolver a la vida. 

¿Cómo puede ser que esta vez tu amor incondicional e infinito no le haya podido salvar? 

Tuviste la señal; su planta se partió por la mitad sin motivo, se rompió, como su vida. No había explicación para la planta, como no hay explicación para la muerte de tu hijo, no puedes hacer nada más que llorar y tratar de seguir viviendo con las entrañas tan áridas como un desierto.

No entiendes el significado de “nunca más”. Nunca más le veras, nunca más entrará por la puerta de tu casa sin avisar, con esa sonrisa contagiosa, pidiéndote si le puedes hacer un favor, si le puedes acompañar a comprar o si te puedes pasar la tarde en el restaurante con él porque se ha quedado sin camarero. Nunca más te enviará mensajes con corazones o fotografías con sus amigos. Nunca más escucharás su voz fuerte y alegre ni recogerás la ropa que deja esparcida por todas partes donde pasa, siempre tan caluroso, si hubiera conseguido adelgazar un poco más … Nunca más podrás aconsejarle que coma mejor o que haga un poco de deporte, ni podrás escuchar sus penas de amor, pobre hijo tuyo, no ha tenido demasiada suerte en esto tampoco. 

Nunca más es tan grande, un tiempo tan largo, que no puedes llegar a entender qué significa exactamente. Mañana, pasado mañana y el otro, un día tras otro, esperarás su llamada, desearás sentir su coche llegar o verle dormir en tu sofá después de pasar el día trabajando. Pero todo esto no será nunca más realidad, porque él se ha ido para siempre.

“¿Por qué siento tanto dolor y al mismo tiempo un vacío tan grande?”

“No lo sé, amiga mía. 
Porque todo esto es muy grande y no debería estar sucediendo. Ojalá supiera qué decirte, quisiera poder aliviar tu pena aunque fuera un segundo, pero no puedo. Sólo puedo decirte que te quiero y que me tienes a tu lado para todo lo que puedas necesitar de mí “.
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