Carta a mi misma: sobre el amor y el odio

Una persona que considerabas un muy buen amigo de repente te traiciona de la forma que menos esperabas.

Tu pareja, con la que hasta ahora estabas tan bien, te dice que ya no siente lo mismo y que quiere terminar la relación.

Un familiar con el que siempre habías tenido muy buena relación ahora está distante y enfadado contigo porque no os habéis entendido en cuestiones de dinero.

O alguien con quien tenías una relación cordial aunque no íntima ha cometido una acción cruel e inexplicable a una tercera persona, haciendo que ahora le tengas miedo.

Todas estas situaciones tienen en común el hecho de que te sacuden emocionalmente y representan un reto desde el punto de vista psicológico: sentir dos emociones contradictorias a la vez por la misma persona.

¿Puedes amar, apreciar o valorar a alguien por quien a la vez sientes también rabia, odio o rechazo?

La respuesta es sí

Puedes amar y odiar a la misma persona en el mismo momento, y casi todo el mundo ha experimentado esta sensación alguna vez en su vida.

Es un estado incómodo a veces, que molesta o desconcierta incluso, porque en el mismo momento que echas de menos a alguien querrías no verle nunca más porque te ha hecho daño.

Es cierto que quien te hiere despierta tus emociones negativas, las que necesitas para defenderte o alejarte.

Pero cuando a la vez tienes sentimientos positivos por la misma persona, que antes de hacerte daño te ha cuidado, te ha ofrecido su amistad o incluso te ha querido, esto puede convertirse en una situación de total desconcierto .

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¿Qué puedes hacer en estas situaciones?

¿Qué hacer si quieres y odias a una persona al mismo tiempo?

Pues nada especial, como podías imaginar.

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Cuando hablamos de emociones es más importante tener claro qué no es bueno que hagas que qué debes hacer.

Las emociones son inevitables y siempre están motivadas, siempre tienen una razón de ser.

Lo único que se puede hacer con ellas es transitarlas, dejar que afloren, sentirlas y finalmente dejarlas pasar.

Cuando una situación es ambivalente, lo lógico es sentir varias emociones a la vez.

En este mundo nada es blanco o negro, por tanto la misma persona puede ser amada por algunos motivos y odiada por otras razones, sin que se pueda hacer nada por evitarlo.

Es cierto que esto las hace difíciles de entender muchas veces, incluso incomprensibles en otras ocasiones. Es cierto que sentir amor y odio por la misma persona, atracción y desprecio por aquél que amas pero te hiere, curiosidad y miedo por quien te atrapa pero sabes que es perjudicial para ti, puede ser difícil de gestionar.

La inteligencia emocional es precisamente ser consciente de estos matices y saber hacerlos convivir sin salir perjudicado.

No hay fórmulas mágicas para aprender a regular estas emociones contradictorias, y ojalá pudiera darte el consejo más acertado, lo que fuese válido para todas las situaciones difíciles en las que te encontrarás.

Pero no puedo.

Así que sólo te diré que cuando alguien te haga sentir emociones tan ambivalentes, aléjate en la medida de lo posible, ten el mínimo contacto posible o incluso no tengas contacto si puedes.

Si alguien te hace bien, sabrá hacer que las emociones negativas sean las mínimas y las más tolerables. Cuando alguien te provoca emociones tanto positivas como negativas, en la misma medida, no vale la pena esforzarse mucho, seguro que acabas sufriendo.

Porque la parte negativa de esa persona, la que te duele y después debe ser compensada con el amor que inevitablemente te provoca, te acabará hiriendo mucho más, acabará ganando todo el terreno y borrará incluso la parte positiva de esa persona. Es prácticamente imposible que una persona sea totalmente mala, por eso tiene cosas buenas que te generan emociones positivas, de amor y cariño hacia ella. Pero si tiene tantas agradables como detestables, es que no vale la pena invertir demasiados esfuerzos en ella.

Y sí, es difícil vivir un momento así.