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El ciclo de la vida a través de las emociones

- Psicología, Reflexiones, ideas y obsesiones varias - 

2020: El año de las sonrisas escondidas


Por fin, hemos dejado el 2020, ese año tan cansino.


Cada año hago balance de cómo ha ido, generalmente con alegría, algún año con tristeza si he tenido alguna pérdida importante, pero siempre con agradecimiento por lo que he vivido durante sus 12 meses y con esperanza de volver a empezar el nuevo ciclo.



Este año no he tenido la misma sensación.


Tenía ganas de que acabará este año, sobre todo de que acabará  lo que significaba, un año que todo el mundo recordará para siempre como el año de la pandemia, del coronavirus, o del confinamiento. Ha sido todo esto y mucho más, ha sido un año que nos marcará el resto de nuestras vidas sin duda, por eso se merecía una despedida como es debido (con todas las medidas de protección posibles, ahora siempre hay que añadir la aclaración). 


Por eso he decidido que definiré el 2020 con las letras del abecedario, porque las ocupa todas. A cada letra va asociado un concepto que ha sido importante para mí, que lo define en su totalidad.


Seguramente me dejaré cosas, sobre todo me dejaré personas; cada letra podría nombrar a alguien que este 2020 se ha llevado, pero no lo haré. Ellos estarán en los corazones de todos aquellos que les han querido. Iré a por los conceptos: 


A de abrazos perdidos.

Las tres medidas de protección frente al contagio han sido duras para alguien como yo que da tanta importancia al contacto físico, que se alimenta del “tocar” a las personas que aprecia. Hemos perdido muchos abrazos enriquecedores, hemos mantenido las distancias físicas como nunca, como si fuésemos nórdicos y no necesitáramos estas muestras de afecto. También hemos tenido que aprender nuevas formas de mostrar cariño, lo hemos hecho. 


B de brexit.

Mi vinculación emocional con UK me obliga a incorporar esta pérdida tan grande para Europa a esta lista del 2020. El año termina con la disolución de la unión entre Inglaterra y Europa, esta vieja Inglaterra que se cree autónoma y orgullosa pero que en el fondo sabe que no está haciendo bien. Es mi opinión. Y la de muchos británicos sorprendidos aún de los resultados de su votación y en shock por la implementación de sus resultados. Y también B de burbuja, un concepto inexistente para mí antes de la Covid. 


C de confinamiento.

Es la palabra estrella del 2020, la más utilizada desde el mes de marzo de este año, junto con otras dos Cs como Coronavirus o Covid-19. ¡Qué experiencia de vida, qué dura! De repente pierdes toda la libertad, las oportunidades, las relaciones familiares y sociales, la capacidad de descubrir el mundo o escapar del día a día. Todos encerrados en casa y con miedo a ser contagiados, parecía el fin del mundo. Los que tuvimos que salir a trabajar también vivimos el confinamiento; para mí fue como tener una doble vida: cuando trabajaba lo hacía en un mundo desierto y triste, como si Mad Max se hubiera hecho realidad y no fuera una película, y cuando estaba en casa me parecía todo irreal y lejano, como si la enemigo que veía en los hospitales no pudiera pillarme desde casa y por tanto sólo sentía las incomodidades de las restricciones. Un poco esquizofrénico, todo. 


D de duelo.

Cuánta gente ha muerto este año, es increíble, nunca hubiera imaginado algo así. Y no puedo evitar pensar que detrás de cada una de estas personas que el virus nos ha robado hay un grupo de más personas que ha empezado a vivir su proceso de duelo. Mirado así, las cifras se multiplican exponencialmente y hay tanta gente afectada… me sabe muy, muy mal. 


E de emergencias.

Tengo la sensación personal que este ha sido el año en que la psicología de emergencias se ha hecho mayor y ha pasado de ser una parte pequeña del ejercicio de la psicología sanitaria a ser una parte importantísima de la intervención psicológica. Hemos entrado como parte integrada dentro del mundo de las emergencias y se nos ha aceptado por lo que somos, psicólogos de emergencias. No todo es únicamente negativo; “gracias” al virus hemos dado pasos de gigante en nuestro trabajo, hemos aprendido como nunca lo habíamos hecho, hemos tenido experiencias profesionales enriquecedoras e impagables. 


F de fracaso.

Es otra sensación que tengo asociada sobre todo al mundo político. Así como en la letra anterior hablaba de los logros profesionales de este año, en esta me doy cuenta de que el mundo de la política ha fracasado y nos está llevando a una crisis importantísima, una crisis que vamos a pagar todas las personas de una manera o de otra, y que es fruto, pienso, de una mala gestión de nuestros gobernantes desde hace mucho tiempo. Sólo para fijarme en un solo punto, este año hemos pagado los recortes en sanidad que se vienen haciendo de hace años. Y como ésta, muchas otras. No han estado a la altura y nos han puesto en peligro demasiadas veces, y eso que no entiendo del tema. 


G de gracias.

Agradecimiento infinito a todo el mundo que ha estado trabajando para cuidarnos, para proporcionarnos alimento y cuidados, para salvar lo que necesitamos en cada momento. Me gustaría hacer una lista pero tengo miedo de dejarme a alguien, así que todo el mundo que se sienta incluido en este agradecimiento sabe de quién hablo. Gracias, gracias y mil gracias.

 

H de hospital.

Los hospitales han sido la punta del iceberg contra el que hemos chocado este año. Se han visto apretados hasta el límite de tener que posponer su función normal y sólo dedicarse a una enfermedad, casi en exclusividad. Se han tenido que reinventar en tratamientos para una enfermedad que desconocían, han tenido que estirarse como un chicle para meter a todo el mundo que necesitaba ir, han tenido que demostrar que, a pesar de los pocos recursos que tienen en pleno siglo XXI , trabajan con eficacia y dedicación. Siento orgullo de nuestros hospitales y los profesionales que habitan, del primero hasta el último. 


I de indignación.

Sé que la mayoría de la gente cumple las restricciones y toma las medidas necesarias para salir lo mejor posible y lo antes que se pueda de esta situación en la que nos encontramos, pero todavía veo demasiada gente que no tiene en cuenta el peligro y se expone con demasiada felicidad, haciendo así que el peligro que él corre también lo corramos los demás. No lo entiendo, tan poca solidaridad, tanta inconsciencia, en el fondo tanto egoísmo. No sólo su vida ha sido alterada, también las de los demás, y nos aguantamos. Y yo me indigno. 


J de juventud.

Niños y jóvenes, sé que pensáis que esto no va con vosotros, sé que todo lo que se os ha pedido es mucho sacrificio, sé que os habéis sentido juzgados y prejuzgados muchas veces (y muchas injustamente), sé que la gente mayor no somos demasiado conscientes de tantos sacrificios que os hemos pedido. Por eso os quiero felicitar, por cada vez que no habéis salido (cuando tenéis todo el derecho y todas las ganas), por cada día que habéis hecho el esfuerzo de no acercaros a los abuelos o por todas las horas de vida social y escolar que os habéis perdido. Espero que se os puedan compensar algún día, porque sé que vuestra época de volar está siendo sacrificada. 


K de kilos extras.

¡Madre mía, esto del confinamiento ha sido terrible para la dieta! No podíamos hacer deporte, sólo podíamos comprar comida y quedarnos encerrados en casa … ¿pues que iba a pasar? Que hemos comido de más y no hemos gastado las calorías que ingeríamos, es inevitable. Y ahora ¿como arreglamos esto? 


L de lamentaciones.

Somos una sociedad que se queja, así, en general. No me gusta nada la queja, pienso que no lleva a ninguna parte, que sólo te deja ver lo que no puedes hacer y te nubla a la hora de hacer lo que sí puedes hacer. Pero una cosa es la queja y la otra es la lamentación. Esta última es la que nos convierte en víctimas y la que no nos deja avanzar, la que nos estanca en un funcionamiento cíclico del que no podemos escapar. He escuchado y escucho muchas lamentaciones cada día en mi consulta, es el año en que lo he escuchado más. 


M de mascarilla.

Esta ha sido la incorporación física del año. Nos hemos tenido que acostumbrar a la fuerza y ​​nos la hemos tenido que hacer nuestra, personalizarla. Es el objeto que simboliza la pandemia, la protección, la necesidad de no ser contagiados. También es el obstáculo para la comunicación no verbal más importante que conozco. Seguiré hablando de ello más adelante, en la letra S. 


N de negacionistas.

Aunque hay quien piensa que todo esto es un montaje de vete tú a saber quién para tenernos controlados o para ganar dinero o para vendernos vacunas. Que hay algún interés detrás del virus que se ha extendido tan rápidamente y por el que se ha encontrado la vacuna “tan rápidamente”. No me voy a detener a decir lo que pienso de sus teorías, por mí se pueden ir al carajo. Y sólo quiero pensar que si tienen este discurso es porque han tenido la suerte de no ver el sufrimiento de cerca y se pueden permitir el lujo de frivolizar sobre el dolor y las pérdidas de los demás. 


O de oportunidades perdidas.

El 2020 es el año de las actividades cancelada, los planes frustrados, de los encuentros que nunca llegan a materializarse, de tantas oportunidades que ya no volveremos a tener. Quien más quien menos ha visto esfumarse algún proyecto, profesional o personal, que no se ha podido llevar a cabo por las restricciones, por la pandemia, por el puñetero virus. Y quién sabe si, o cuando, se volverán a presentar estas oportunidades. Aquella comida que no celebraremos, aquella persona que no conoceremos, aquel trabajo que no podremos llevar a cabo… ¿donde quedan? 


P de miedo (“por” en catalán).

Este año he sido testigo de muchas personas que me confiaban su miedo, más que nunca. Miedo de ser contagiados, de que las personas que quieren tengan el virus y mueran, miedo de volver a salir y hacer vida normal, miedo de no volver a tener trabajo, miedo, miedo y miedo. A veces, se contagia. Y también, diría que P de paciencia, porque hemos tenido mucha y estamos teniendo hasta el final. 


Q de cuarentena (“quarentena” en catalán).

Antes era una palabra exótica, no conocíamos a nadie, o casi nadie, que hubiera tenido que hacer cuarentena, era una medida extraordinaria que no formaba parte de nuestro vocabulario diario. Ahora se escapa poca gente, ya sea por haber dado positivo en el virus, por haber sido contacto directo o porque por un motivo u otro se le ha tenido que hacer la prueba y debe estar unos días aislado de los demás. Ya no es estigmatizante, ya es una situación temporal totalmente normalizada. Curioso. 


R de rabia.

Qué quieres que te diga, todo lo que está pasando da mucha rabia, como una sensación de injusticia divina, porque no puedes pedir explicaciones a nadie. Rabia por el sufrimiento, rabia por lo que no puede ser y debería ser, rabia por tanta muerte, rabia por tanto desconocimiento e impotencia a la hora de luchar contra un gigante microscópico. Rabia, mucha rabia. 


S de sonrisas escondidas.

He descubierto que necesito ir por la calle y ver las expresiones de la gente, las sonrisas que acompañan sus miradas; los gestos que se esconden bajo las mascarillas ahora las veo como un tesoro. Tengo ganas de volver a ver todas las sonrisas que se han escondido y que me he perdido durante este año. Conocer a alguien a quien sólo has visto con mascarilla es conocerle a medias. 


T de tecnología.

No todo han sido pérdidas este año. También hemos ganado en el uso (espero que no el abuso) de la tecnología. Evidentemente nunca podrá sustituir el contacto directo entre personas, pero gracias a la tecnología hemos podido mantener relaciones a larga distancia, ahora que la larga distancia se ha convertido en pocos metros, cuando no puedes salir de casa. El boom del soporte tecnológico se quedará entre nosotros, nos facilita la vida y suple el distanciamiento social que hemos tenido que soportar estos meses. 


U de unidad.

Con todas las excepciones que hagan falta, siento que nos hemos unido como sociedad. Que el virus nos ha puesto a todos al mismo nivel y que ha creado una comunión general para no perder la esperanza y luchar conjuntamente hasta superar esta maldición. Qué le vamos a hacer, soy optimista. 


V de vacuna.

Es nuestra esperanza, la luz al final del túnel, la idea de que después de todo lo que hemos pasado finalmente hemos encontrado la manera de salir adelante, para librarnos del virus y volver a la normalidad pre-pandémica. Espero que sea así, la verdad. Mientras tanto, paciencia. 


W de worldwide.

Una pandemia, una situación de emergencia mundial, de todos los países a la vez. Las dimensiones me marean, parece que no haya ningún lugar donde esconderse, no hay un rincón que se escape de la amenaza. Si tuviera que ir a alguna parte, creo que ahora iría a Nueva Zelanda, parece que tiene gobernantes que valen mucho la pena. 


X de redes sociales (“xarxes socials” en catalán).

Yo no era demasiado amante de las redes sociales, sobre todo no tenía demasiado tiempo para utilizarlas y tenía una opinión más bien negativa de ellas (me hacen perder el tiempo, prefiero estar haciendo cosas “más útiles”, no veo porque tengo que saber qué está haciendo el otro, etc.). Pero el hecho de publicar en las redes un consejo diario durante el confinamiento, ver la respuesta que ha tenido y cómo han sido agradecidos desde varios puntos y necesidades, observar cómo muchas personas utilizaban las redes para compartir conocimientos, entretener de forma altruista, incluso ofrecer consuelo y ayuda, me ha hecho cambiar el concepto de ellas. 


Y de montaña (“muntanya” en catalán).

Cuando nos empezaron a dejar salir un poco, de cara al verano, recuerdas, fuimos todos a la montaña. Teníamos sed de aire puro y espacios abiertos. Yo vivo hacia las afueras, en una zona tranquila y poco concurrida, pero en ese momento la viña de enfrente de mi casa parecía la Rambla de Barcelona de tanta gente que había. El placer de caminar a campo abierto, de ir a la montaña, ha sido valor en alza este año. Bienvenido sea, pero tengamos cuidado de la naturaleza y no hagamos lo que mejor sabemos hacer con el planeta, destruirlo. 


Z de zona de seguridad.

Me temo que muy pronto tendremos que empezar a observar qué cambios hemos sufrido, como sociedad, a la hora de relacionarnos. De momento, veo que la zona de seguridad personal, el espacio que dejamos entre personas y que sólo pueden “invadir” aquellos a quienes tenemos más confianza, se ha hecho mayor. Tendremos que ver si este cambio será permanente y estaremos todos un poco más lejos unos de otros, o si habrá sido una situación temporal y nuestra zona personal se volverá a acortar. Espero que así sea. 


Y este es mi resumen alfabético del año 2020, un resumen personal y totalmente subjetivo, ya que no están todos los que habrían podido estar y seguramente echarás de menos algunos que deberían estar en tu resumen. 


Te deseo que hayas tenido una buena entrada de año, a pesar de todo, y un mejor 2021, de todo corazón.

    



    Si aceptas tus emociones, cambias tu vida.



    Anna Romeu, colegiada nº 11336 del COPC

    Presidenta Emergencias del COPC y representante Española en EFPA Crisis & Disaster División

    Especializada en Educación Emocional, Terapias y Formaciones



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