Sergio me explicó:

"Pasé mi carrera trabajando en oficios industriales. Siempre me he sentido fuera de sitio en el típico rollo "macho". Tendía a quedarme en un segundo plano, viendo que hacer mi trabajo bien y sin generar quejas era la mejor forma de ser "invisible". Me jubilé con una pensión digna después de 38 años y medio en una empresa. No hay premios gloriosos, sólo trabajo de calidad. Ahora pienso que esto es estratégico, y después de reflexionar puedo ver cómo fue. Uno de nuestros ingenieros me confió en que había sido el consejero delegado de una gran corporación durante 20 años y que eso le había llevado al alcoholismo y a un matrimonio perdido. Me dijo que desearía haber elegido mi estilo de vida. Creo que, a la larga, comportarme como “una paloma” en la vida me ha traído mayor seguridad, menor estrés y buena salud en general."

Sergio es un hombre PAS, un hombre con alta sensibilidad, en un mundo donde el concepto de masculinidad y sensibilidad no suelen ir ligados, y, cuando lo van, no son bien vistos.

No existen diferencias de género cuando hablamos de la alta sensibilidad, ya que encontramos la presencia del rasgo de personalidad tanto en hombres como en mujeres aproximadamente con la misma incidencia. Pero es cierto que social y culturalmente no es lo mismo ser hombre con alta sensibilidad que una mujer altamente sensible.

Tradicionalmente, la expresión de las emociones ha sido más permitida, e incluso fomentada, a las mujeres. Los hombres deben ser duros, competitivos, fuertes, no ceder a las “tonterías” emocionales que a veces observan en las mujeres.

El cliché anticuado de hombre todavía tiene mucha vigencia hoy en día y nuestra huella cultural, nos guste o no, tiene en el imaginario al hombre fuerte y poco sensible y la mujer al revés.

Por eso no es de extrañar que, desde niños, los hombres con alta sensibilidad se encuentren en situaciones sociales que les obliguen a esconder su alta sensibilidad y no se les permita expresarse o mostrarse tan abiertamente como se hace con las niñas PAS.

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Especialmente en la infancia y la adolescencia, los niños altamente sensibles deben ser cuidados y protegidos por su entorno.

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El objetivo de esta atención no es otro que permitir el crecimiento sano y la evolución favorable del rasgo de personalidad que nos ocupa. Todo demuestra que una PAS que crece en un entorno de seguridad tiene en su rasgo un factor de protección, y que crecer en un entorno traumático o difícil para una PAS es un factor de riesgo de desarrollar trastornos mentales en la edad adulta.

Visto así, se hace especialmente importante acompañar a los niños altamente sensibles hasta que lleguen a ser hombres PAS y puedan vivir en armonía con su rasgo.

¿Qué dificultades específicas pueden encontrarse los hombres altamente sensibles?

Anna Romeu, colegiada nº 11336 del COPC

Presidenta Emergencias del COPC y representante Española en EFPA Crisis & Disaster División

Especializada en Educación Emocional, Terapias y Formaciones