En los años 90 se descubrió en Japón un tipo de miocardiopatía del ventrículo izquierdo del corazón que se denominó Síndrome de Takotsubo o Síndrome del Corazón Roto.
El término Takotsubo en japonés describe una especie de ánfora que se utiliza para cazar pulpos, y tiene una forma casi idéntica a la del ventrículo izquierdo cuando sufre este síndrome. Los síntomas de este síndrome son muy parecidos a los de un infarto de miocardio (dolor en el pecho y falta del aire) pero es una condición transitoria y que con el tratamiento adecuado remite en poco tiempo.
El pronóstico es en la mayoría de los casos benigno y no suele complicarse.
Según los datos que he leído, este síndrome afecta mayoritariamente a mujeres y en general post-menopáusicas, a partir de los 50 años. Pero lo que más me llama la atención es que la causa de esta cardiopatía es una liberación excesiva y repentina de adrenalina, la hormona asociada al estrés, y que generalmente se vincula a la presencia de un suceso vital estresante, como la pérdida traumática de un ser querido, la vivencia de una situación peligrosa o un diagnóstico médico que asusta a la persona.
Es uno de los muchísimos ejemplos de cómo las emociones pueden llegar a afectar a nuestro funcionamiento corporal, en definitiva, un ejemplo de la interacción entre el cuerpo y la mente.
Desconozco si hay estudios realizados al respecto, pero leyendo sobre el Síndrome del Corazón Roto me pregunto si hay alguna manera de evitarlo o, como mínimo, minimizar sus efectos.
Supongo que en parte habrá algún tipo de predisposición de la persona a sufrir problemas cardíacos, pero seguramente este síndrome no aparecería sin la presencia del suceso impactante que lo propicia.
Y también me pregunto si los niveles de resiliencia y de inteligencia emocional tienen alguna incidencia:
Evidentemente no tengo la respuesta a esta pregunta, pero la lógica me lleva a pensar que quizás sí.
Si todos los estudios demuestran que las personas con mayor inteligencia emocional tienen mejor salud general, menos índices de estrés postraumático tras experimentar un suceso impactante (en las mismas condiciones que las personas menos resilientes) y menos trastornos de somatización, podemos pensar también que el trabajo en inteligencia emocional y resiliencia personal podría incidir en la aparición del Síndrome del Corazón Roto, haciendo que los sucesos impactantes que vive una persona sean mejor integrados en su cerebro y no lleguen a causar niveles de estrés tan elevados y por tanto minimizar los riesgos de tener ese tipo de cardiopatía.
Cada día encontramos más evidencias de la interacción del cuerpo y la mente, desde ejemplos triviales como las mariposas en el estómago cuando se piensa en la persona amada hasta un síndrome de cardiopatía tan serio como el que nos ocupa ahora mismo .
Somos un complejo y fascinante mecanismo de interacciones entre lo que nos rodea (ambiente, otras personas), lo que nos transporta (nuestro cuerpo) y lo que nos hace individuos únicos (nuestro cerebro).
Vivir es experimentar, sentir, aprender y crecer
Si aceptas tus emociones, cambias tu vida.
Anna Romeu, colegiada nº 11336 del COPC
Presidenta Emergencias del COPC y representante Española en EFPA Crisis & Disaster División
Especializada en Educación Emocional, Terapias y Formaciones
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