"La «paternidad lúdica» es una de las mejores maneras de preparar a nuestros hijos para las relaciones y de animarlos a conectar con los demás"
Daniel Siegel, El Cerebro del niño
Como padres, educadores, personas que acompañan a los niños en su crecimiento, estamos siempre muy preocupados por hacer las cosas bien, atentos a cubrir todas sus necesidades y ofrecerles la mejor educación que podamos.
Son tareas serias e importantes, necesarias en su crecimiento, esenciales para su desarrollo. Y son nuestra obligación.
Pero las obligaciones no son divertidas, más bien al contrario.
Las obligaciones son pesadas y generan resistencias, nos provocan pereza o inspiran respeto o miedo incluso. Es una lástima, porque educar desde la diversión y la parte lúdica de las relaciones es mucho más fácil y efectivo, en realidad. La paradoja es que para los adultos a veces puede ser difícil encontrar la parte divertida a educar a un niño.
A menudo he comentado a amigos y conocidos que me encanta educar a mis hijos, que me lo paso muy bien acompañándolos en su crecimiento, que realmente es una parte muy agradable de mi vida, incluso cuando los debo corregir o cuando hacen algo que no me gusta.
Pero es una tarea divertida para mí, en general, más que cansada o estresante.
Muchas veces me enojan y acabamos riéndonos de la situación que provoca el enojo; así aprenden a gestionar la rabia y conectar con otra persona para calmarse.
Otras veces toman decisiones incorrectas que los llevan a mentir y acabamos haciendo broma de la facilidad que tengo para detectar sus mentiras; así aprenden a ser honestos y afrontar las situaciones de forma efectiva y con buenas estrategias.
Y muchas otras veces les tengo que insistir hasta la saciedad para que hagan la cama, se laven los dientes, ordenen sus habitaciones o hagan los deberes. Y acaban haciendo mofa de lo pesada que puedo llegar a ser, lo que tengo que aceptar. Pero así aprenden la importancia del orden, la higiene y la responsabilidad personal. Y que todo lo que ellos hagan no lo tengo que hacer yo, me pueden hacer la vida más fácil.
Siempre podemos hacer broma de ellas, podemos crear complicidades cuando encontramos la parte cómica de las situaciones que vivimos, les enseño a manejar conflictos, a superar la pereza o a hacerse pasar un enojo a través de una buena relación con los demás y un buen uso del sentido del humor.
La "paternidad lúdica" de la que nos habla el magnífico Daniel Siegel es una forma maravillosa de fomentar las relaciones con nuestros niños y adolescentes y enseñarles que pueden aprender en un entorno lúdico, sin malas caras o en constante conflicto.
Si aceptas tus emociones, cambias tu vida.
Anna Romeu, colegiada nº 11336 del COPC
Presidenta Emergencias del COPC y representante Española en EFPA Crisis & Disaster División
Especializada en Educación Emocional, Terapias y Formaciones
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