Susana tiene un hijo de 13 años, con todo lo que ello conlleva de reto emocional y situaciones clásicas de la primera adolescencia. Lloraba porque se sentía impotente: decía cosas como que no consigue que su hijo le haga caso a la primera, que le cuesta horrores que mantenga los mínimos hábitos de higiene u horarios decentes, que le es imposible ponerle un límite horario para las pantalla.
Sobre todo, que se siente impotente por completo cuando él se enfada porque la madre le ha puesto un límite y no lo quiere aceptar.
No entiende que se enfade y la hace sentir mala madre el hecho de enfadarse ella también y sentirse totalmente incapaz de calmarse ella misma y calmar a su hijo. Siente que todo lo que está pasando es un desastre y que no está haciendo correctamente su papel de madre y educadora, no entiende lo qué está fallando.
¿Alguien más se encuentra en una situación así?
Y esta situación no la encontramos sólo en la adolescencia: cuando un niño pequeño está haciendo una pataleta, es fácil contagiarse de su ira y terminar (el adulto) enfadado con él, por ejemplo, o cuando un niño de 8 años empieza a hablar al adulto con intentos de falta de respeto porque no le deja hacer lo que él quiere en ese momento, podemos encontrar un adulto igual de enfadado.
Y en todos los casos tenemos el denominador común de un adulto que no sólo no sabe reaccionar a la ira del hijo, sino que rápidamente se contagia de la emoción y se enfada tanto o más que el propio hijo.
Este es el punto clave de la situación: el adulto enfadado. No podemos esperar que los hijos aprendan a regularse, a comportarse de una forma calmada y razonable ante una situación que les genera emociones intensas de rabia o enfado,
si los adultos que tienen al lado no son capaces de hacer -lo antes.
Visto así, lo primero que necesitamos aprender a hacer los adultos al cargo de un niño o un adolescente es el ejercicio de la autorregulación, aprender a calmar nuestras emociones cuando éstas nos desbordan o cuando nos dejamos llevar por la propia rabia de la situación.
¿Como podemos llevar a cabo este ejercicio de contención y gestión de la rabia?
Lo más importante de todo es practicar, practicar y practicar
Teniendo claro el objetivo, que es no dejarse llevar por la ira de nuestros hijos, mantener la calma lo máximo posible y así permitir que nuestros hijos expresen su rabia y finalmente puedan regularse a través nuestro. Una vez más, enseñaremos educación emocional con el ejemplo, con nuestro ejemplo de regulación de una emoción tan intensa como el enfado o la ira.
Algunas ideas o tips para empezar a alcanzar nuestro objetivo son las siguientes:
Como "entrenamiento" en autorregulación, practica ejercicios de atención plena o mindfulness. De este modo, bajarás tu nivel general de activación y te será más fácil autorregularte.
Cuando veas que tu hijo se enfada, obsérvale con atención y curiosidad
Intenta "mirar la situación desde fuera" en la medida que te sea posible y entender qué está motivando su enfado.
Sé consciente de que el que está enfadado es él; tú no tienes motivos para enfadarte, ya que sólo está expresando una emoción y pidiéndote ayuda para regularla.
Valida su emoción: "Ya veo que te estás enfadando, lo siento y lo entiendo", pero mantente firme en el límite que has puesto: "Pero ya es hora de ir a dormir, aunque no tengas ganas "
No critiques ni censures la emoción, pero sí la expresión errónea de la misma: "Aunque estés enfadado conmigo, no es necesario que grites, eso no está bien y me pone nervioso".
Si es necesario, dale opciones alternativas de canalización y expresión de la emoción: llorar un rato, descargar la ira corriendo o con un saco de boxeo, etc.
En todo momento, sé consciente de lo que te pasa a ti: observa tus propias reacciones.
Si ves que te estás hiperactivando y dejando llevar por la rabia de tu hijo, es mejor que te separes de la situación un momento y que recuperes la tranquilidad antes de seguir al lado de tu hijo y ponerle aún más nervioso . Pide ayuda siempre que lo necesites, seguro que hay otras personas alrededor que pueden estar por tu hijo enfadado.
La gestión de la ira es una parte importantísima de la educación emocional de nuestros hijos
No podemos esperar que lo aprendan solos, mayoritariamente lo aprenden a través de los adultos que les acompañan en su crecimiento. Por eso es tan importante que estos adultos sean capaces ellos mismos de poder gestionar los momentos de desbordamiento emocional.
Anna Romeu, colegiada nº 11336 del COPC
Presidenta Emergencias del COPC y representante Española en EFPA Crisis & Disaster División
Especializada en Educación Emocional, Terapias y Formaciones
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